¿Asistentes sexuales para las personas discapacitadas?

David Simard, amoursexualite.com

Interrogada en enero 2011 a cerca de la posibilidad de que las personas discapacitadas recurran a asistentes sexuales, la ministra francesa de la Solidaridad y la Cohesión Social Roselyne Bachelot se declaró formalmente en oposición.

La asistencia sexual para las personas discapacitadas existe legalmente desde hace varios años en otros países de Europa: en Alemania, Dinamarca, los Países Bajos, y más recientemente en Suiza.

Las personas que la ejercen provienen de medios médicos, paramédicos y de la prostitución. Todas deben haber seguido una formación específica, posterior a la selección.

En Francia, el diputado UMP Jean François Chossy fue comisionado por el primer ministro para reflexionar sobre la evolución de la mentalidad y la mirada de la sociedad acerca de las personas discapacitadas.

Esta reflexión incluyó una propuesta de ley con miras a crear el estatus de asistente sexual.

 

¿Qué es la asistencia sexual?

Se trata de proponer, a remuneración, servicios sexuales a las personas discapacitadas. Esto puede ir desde caricias sensuales hasta la penetración, pasando por prácticas orales. Formados (as), los asistentes sexuales deben dar prueba de escucha y respeto.

¿Para quién es y por qué?

Entre los defensores de la asistencia sexual en Francia, encontramos a la Coordinación de la Discapacidad y la Autonomía (CHD1), gestionada por personas físicamente discapacitadas, y el Colectivo Discapacidades y Sexualidades (CHS2), que acaba de crear la asociación CH (S) OSE. El objetivo de esta asociación es “militar a favor de un acceso afectivo en la vida afectiva y sexual de las personas en situación de discapacidad, principalmente a través de la creación de servicios de acompañamiento sexual”3.

Los asistentes sexuales en los países donde la asistencia sexual existe, así como las personas que desean poderse formar en esta labor en Francia, militan igualmente por la creación de un estatus de asistente sexual en nuestro país.

En fin, algunos padres cuyos hijos son discapacitados recurren o desearían poder recurrir a la asistencia sexual.

El argumento principal citado a favor de la asistencia sexual, es el acceso a una vida afectiva y sexual de las personas discapacitadas, y particularmente de aquellas que lo están gravemente. Se piensa aquí en las personas físicamente discapacitadas, pero esto concierne de igual manera a las personas mentalmente discapacitadas. El fundamento sobre el cual reposa la asistencia sexual es la idea del derecho a una vida afectiva y sexual. La noción de “cuidados eróticos” es a veces utilizada para designar la práctica de la asistencia sexual4.

¿Quién está en contra y por qué?

Varios movimientos feministas, como Mujeres Solidarias o la Liga de Derecho Internacional de las Mujeres, están en contra de la asistencia sexual, en la medida en que según ellas, se trata de prostitución, y que consideran esto como una de las más altas esferas de violencia en contra de las mujeres5.

Siendo ministro a cargo del derecho de las mujeres, Roselyne Bachelot se opone legalmente a la creación del estatus de asistente sexual en Francia. Cuestionada durante una emisión de radio, respondió al locutor de la emisión: “Escucho la miseria de ciertas personas discapacitadas. Usted tiene quizás, un hijo, una hija, un nieto, una nieta. ¿Le aconsejaría este trabajo de asistente sexual?”6.

¿La asistencia sexual es una forma de prostitución?

La prostitución consiste en intercambiar las relaciones sexuales por una remuneración. Ahora bien, la asistencia social consiste en proponer servicios sexuales remunerados a las personas discapacitadas. El punto común es evidente. Las diferencias son igualmente reales. En primer lugar, la asistencia sexual está, por el momento, restringida en cuanto a su objetivo: las personas discapacitadas. Por otro lado, la asistencia sexual necesita una formación específica. En fin, esta última se posiciona como una ayuda (“asistencia”). No queda más que cambiar aquello que se refiere a los servicios sexuales remunerados. Que esto sea “por una buena causa” ¿Qué cambiaría? Además, en los países en los cuales la asistencia sexual existe, es ejercida principalmente por prostitutas.

La representación de lo sexual.

La diferencia esencial que podría existir entre la asistencia sexual y la prostitución podría ser la imagen de lo sexual tanto en una como en la otra práctica. Así, lo sexual sería más “sucio” y malsano en la prostitución mientras que sería más “limpio” y sano en la asistencia sexual. Así dos concepciones de lo sexual estarían en oposición, sobre el modelo de oposición entre el erotismo y la pornografía.

Ahora bien, tal oposición plantea un problema y no es evidente. En efecto, consiste en manejar divisiones en lo sexual, según una corriente dualista: el bien y lo bueno por un lado, el mal y lo malo del otro. Pero lo sexual no responde a tales facilidades purificadoras, así como lo muestra la psicología de la sexualidad, mucho más compleja y matizada que lo anterior. Y después de todo, no habría razón para prohibir las prácticas juzgadas como perversas en el marco de la asistencia sexual, si los protagonistas lo consienten. En efecto, ¿En nombre de quién podríamos prohibir a las personas discapacitadas la posibilidad de satisfacer sus pulsiones si éstas encuentran un asistente sexual que está de acuerdo, mientras que no lo prohibimos para las personas no discapacitadas? Esto sería discriminación, en nombre de una moral sexual inoportuna. Porque si consideramos que las personas discapacitadas deben poder acceder a una cierta plenitud sexual, entonces se debe tener en cuenta aquello que puede constituir una cierta plenitud para cada uno de manera individual. Ahora bien, para algunos, su plenitud sexual puede considerar prácticas consideradas como perversas, como las prácticas sadomasoquistas por ejemplo, y no solamente caricias sensuales.

La noción de derecho a una vida afectiva y sexual.

Si tener una vida sexual es considerado como un derecho, y que es en nombre de este derecho que se exige –como un deber social entonces- que sea creado el estatus de asistente sexual que es una forma de prostitución, entonces no hay ninguna razón de restringir este derecho y este deber a las personas discapacitadas. Las personas discapacitadas no son las únicas que pueden sufrir de miseria sexual y/o afectiva. ¿Por qué excluir a las personas no discapacitadas (o a quienes son discapacitados en otros sentidos) de un dispositivo de asistencia sexual? Sin embargo, este dispositivo ya existe para algunas de estas personas: la prostitución. En efecto, si ésta es legal, su organización no lo es (prohibición del proxenetismo y del abordaje). No obstante, la creación de un estatus de asistente sexual implicaría la legalización de ciertas formas de proxenetismo y de abordaje (mercadeo directo ante clientes potenciales).

Podríamos replicar que la prostitución es una respuesta miserable a una miseria sexual, o bien que se trata de un medio para los hombres (principalmente consumidores de prostitución) de satisfacer los fantasmas que no materializan con sus esposas. Dicho de otro modo, la prostitución sería un medio poco satisfactorio para responder a una insatisfacción sexual. ¿Y si es diferente en lo que concierne a la asistencia social? ¿Su existencia no pone en relieve las insatisfacciones sexuales de las personas discapacitadas que recurren a ella, sin importar cuáles sean las razones de éstas insatisfacciones?

En cuanto a saber si la prostitución, incluso bajo la forma de asistencia sexual, aporta satisfacciones afectivas, se puede dudar en la medida de que el principio de éstas prácticas es excluir los sentimientos amorosos, lo que se traduce frecuentemente como la prohibición del beso. Al menos, en ciertos casos, la ternura puede ser intercambiada.

En fin, la noción de derecho plantea: ¿Qué se debe entender exactamente por derecho a una vida sexual y afectiva? ¿En qué consistiría? ¿Significaría que existiría la obligación de satisfacerla? ¿Y de qué manera en este caso? No imaginamos lo que pueda obligar a alguien, por deber, a tener relaciones sexuales, ni a experimentar sentimientos amorosos por alguien que hará valer su derecho.

Para concluir.

La asistencia sexual no parece poder legitimar estar disociada de la prostitución. Pueden existir varias maneras de prostitución, y la asistencia sexual aparece como una entre ellas, que se puede considerar como más honorable que otras si se quiere, principalmente por el hecho de que ésta necesita una formación y un encuadre.

La cuestión de saber si se debe crear un estatus de asistente sexual en Francia, plantea entonces más ampliamente la cuestión del lugar de la prostitución en nuestra sociedad. Suscita también otro problema: el de la miseria sexual, que no afecta nada más a las personas discapacitadas, ni solamente a los hombres.

Post-scritum : Para más información, el documental de Jean-Michel Carré, « Sexe, amour et handicap » (“Sexo, amor y discapacidad”) difundido el 24 de febrero de 2011 en France 2.

1 Siglas en francés correspondientes a « Coordination Handicap et Autonomie ». N. del T.

 

2 Siglas en francés correspondientes a « Collectif Handicaps et Sexualités » N. del T.

 

3 Comunicado de prensa del 10 de enero del 2011.

 

4 Ver por ejemplo el documento “L’Aide Sexuelle Directe” (La Ayuda Sexual Directa) en el sitio de la “Association Socialiste de la Personne Handicapée” (Asociación Socialista de la Persona Discapacitada) en Bélgica.

 

5 Ver Claudine Legardinier, Malka Marcovich, Sabine Salmon, Annie Sugier, “Assistante sexuelle pour handicapés ou prostitution ?” (¿Asistencia sexual para los discapacitados o prostitución?), Libération del 04/08/09.

 

6 Roselyne Bachelot, Europe 1, entrevista a las 7:40am, el 7 de enero de 2011. El argumento que resalto aquí (la ministra utilizó algunos otros) es insoportable. En efecto, recurre a la emoción y a criterios subjetivos (Marc-Olivier Fogiel, quien interroga a la ministra, por otra parte respondió afirmativamente). De manera general, recurrir a la emoción para tomar decisiones políticas no puede servir de fundamento para una democracia digna de este nombre, sin embargo, es un procedimiento muy utilizado en nuestros días, en nuestras sociedades de la emoción.

 Traducción por Natalia Lerin. 

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